miércoles, 2 de abril de 2008

Ser del Madrid


Saludos a la blogosfera!. Mientras leía el último post del Zorro segoviano me daba cuenta que eso de ser de un equipo u otro efectivamente es cuestión de suerte, casualidad o incluso destino.

El niño que ilustra el post no es otro que el que suscribe con menos pelo y menos barba que ahora pero el mismo corazón futbolero. Esta foto es uno de los tesoros de mi padre, que es un indio de los que ya quedan pocos y que ha demostrado también ser un padre superior. A mi me cuesta pensar que si tengo prole pueda hacerme socio del Barça (del Atleti sí porque ya corre por mis venas) pero algo así fue para mi padre.
Desde pequeño me inculcó los valores del fútbol y me encauzó hacia el espiritu colchonero. He de reconocer que he sacado más valores de la hinchada rojiblanca que de la nuestra. Lo digo sin acritud. Siempre digo que he sido un privilegiado porque desde 1976 (después de cuatro años sin Liga debuté tocando la gloria del título, eh?) en que mi padre me hizo socio colchonero, voy al fútbol. Primero cada quince días y luego desde 1981 hasta 1985 cada semana porque en 1981 me hizo socio merengue (y el conmigo!) pero hasta cuatro años mas tarde no me borró del club de sus amores y yo seguía yendo encantado con su Peña cuyos miembros se metían mucho conmigo por mi papel de transfuga.
Para mi fueron unos años inolvidables porque siempre he sido un enfermo en ese sentido y poder disfrutar de dos aficiones y dos clubes tan distintos era un privilegio al alcance de muy pocos.
Mis años atléticos los recuerdo con muchísimo cariño y las tardes vividas con los Reina, Pereira, Arteche, Ratón Ayala (mi favorito), Leal con su eterna venda, Ruben Cano o Rubio por poner unos simples ejemplos siempre quedarán grabados, así como esa afición que derrocha coraje y corazón (que acertado es el himno!) por los cuatro costados.
Ser del Madrid, como decía el Zorro, depende del azar. En mi caso fue una conjunción de factores inicuos a simple vista como la sutil maniobra de mi padrino al que idolatraba, y también, en lo futbolístico, mi admiración por el dúo Juanito y Santillana que llamaban mi atención ya de canijo y el ristre de títulos merengues desde 1977 en que Neptuno le cedió las tres siguientes Ligas a Cibeles pasando por la Copa de 1980 ante el Castilla.
Todo eso se tornó un vendaval de sensaciones difícil de superar para un niño y tras un periodo en que mi padre intentó luchar contra los elementos, cedió y como regalo de mi décimo cumpleaños me hizo socio vikingo. Cada quince días acompañaba a ese niño que hacía poco vestía así de lindo, y tenía que compartir asiento con personajes mucho más soberbios (porque el madridistus comunis suele ser soberbio) que a los que hasta entonces acostumbraba… Creo que nunca podrá agradecérselo lo suficiente… De momento nunca sabrá que en la foto ese pequeño traidor ya andaba buscando el escudo del Real Madrid...

4 comentarios:

Luisi dijo...

Jajajaja... qué bueno el post y qué buena la foto!! Salvo por la Barba estás igual!!

Me alegro de que la fórmula "Padrino+Juanito+Santillana+Títulos" funcionara contigo.

El Madrid ha "robado" al Atléti una gran socio, un gran futbolero, y un gran blogger, jejeje.

Un abrazo!!

wollen dijo...

Es curioso porque elegimos un equipo y no otro... y mucho mas en tu caso segun lo cuentas pero ahi estaba tu padre aguantando primero que no le saliera un hijo del atletico y despues haciendose socio contigo del Madrid, me pongo de pie por el, con dos coj... si señor!!!

Lo que mas me gusta de tu historia (aparte de alegrarme por saber que no soy el unico "veterano" de la blogosfera) es el hecho de que mamaras el sentir de la aficion atletica que nos vendria mas que bien para algunos personajes que van a nuestro campo, ya podrian aprender...

Un abrazo veterano!!!

Zorro de Segovia dijo...

Hubo un tal Raúl que también cambió de zamarra ¿no?

Hele Atlética dijo...

Yo te hubiera echado de casa. No tengo la mínima duda. Tú caso me inquieta. Es la primera persona que se ha hecho de otro equipo conociendo esas tardes del Calderón.

Un beso, amigo.
El hijo pródigo también volvió después de unos años.