Sobre la posición de Raúl

El otro día, durante el partido entre el Espanyol y el Real Madrid, en un momento de la retransmisión, el de la pajarita dudaba de la posición exacta de Raúl y espetó un “Raúl baja mucho al mediocampo, debería estar más arriba ¿no?”. En un principio Kiko y Valdano le daban la razón… pero el argentino poco tiempo después le sacó de la duda: “No, no es que Raúl baje hasta el mediocampo, es que hoy parte desde esa posición, está jugando como interior con Sneijder y por delante de Lass”.

Los cangrejos caminan hacia atrás para avanzar. El otro día Raúl fue un cangrejo. Retrasó su posición de inicio en el campo, fue hacia atrás, y… ¿avanzó? Se podría decir que sí, que avanzó, que mejoró su rendimiento, que marcó otro gol, y que fue uno de los mejores hombres del partido, algo que no se ha podido decir siempre a lo largo del año, marcara o no.

Lo que nunca sabremos es si fue decisión propia de Juande o decisión del mismo Raúl, jugador que en más de una ocasión ha “dirigido” a sus compañeros desde el banquillo al lado de un entrenador (si no mal recuerdo con Capello). El caso es que se ve tanta diferencia entre Raúl punta y Raúl interior, como diferencia se ve entre Marcelo lateral y Marcelo volante. Al menos para un servidor. Y un servidor duda de cual pudiera ser su posición inicial más propicia.

Las virtudes de Raúl nunca han sido la velocidad, el regate, el desborde, la potencia, la aceleración, la definición, el remate de cabeza o el 1x1. Más bien, la entrega, la resistencia, la inteligencia. Raúl no es capaz de correr como Robben, de acelerar como Cristiano Ronaldo, de driblar como Messi, de acertar tan efectivamente como lo hacía en su día Ronaldo o hoy Torres, ni si quiera es capaz de luchar contra dos centrales a la vez como pudieran hacerlo Rooney, Tévez, Drogba o Ibrahimovic. Los años y sobre todo el desgaste no le dan para eso. Juan y Mexes se lo comieron el año pasado en octavos, y este año Carragher y Skrtel hicieron lo mismo.

Pero sigue teniendo intactas sus virtudes. Sigue intacta su entrega, su resistencia, y su inteligencia, a las que hay que añadir la experiencia. Virtudes que le valieron para ser el otro día uno de los mejores hombres del encuentro. Ayudaba en la presión, en el nacimiento de la jugada, en la posesión, imprimía pausa, basculaba, hacía coberturas a sus compañeros, se incorporaba al ataque, no se complicaba en el pase corto y se atrevía con pases largos (a un Robben que estaba a 30 metros). Todo eso y más. Como decía Enrique Ortego al día siguiente en AS (periodista con el que no suelo estar de acuerdo en el 99% de sus declaraciones): “Si ayer un aficionado al fútbol llegado de otra galaxia ve el partido de Montjuïc y a Raúl de centrocampista, hubiera pensando que esa sí que era su posición de toda la vida”. Exacto, si en ese estadio hubiera estado un marciano o un venusiano y lo hubiera visto jugar ahí lo habría comparado con Xavi, o habría pensado que tiene sitio en la selección, no como recambio de Torres y Villa, sino como recambio del lesionado Cesc.

Maldini empezó a jugar como lateral zurdo cuando era jovencito y así se mantuvo mucho tiempo, hasta que sus piernas y sus fuerzas no le daban para correr toda la banda. Fue en ese momento, cuando había ganado la riqueza de la experiencia, y decidió jugar sus últimos años como central.

Bien es cierto que Moisés Hurtado, Román Martínez e Iván De la Peña, no son Javier Mascherano, Xabier Alonso y Steven Gerrard… pero tal vez, sólo tal vez, el 10 de marzo, en Anfield, Raúl esté para jugar y para rendir en el centro campo.

Tal vez, y sólo tal vez, Raúl tenga sentido dos años más en este equipo como centrocampista (interior), y no como delantero (punta). Yo sólo sé, que no sé nada.